jueves, 17 de marzo de 2016

Nota: Neurosis

Conclusión: La vida es muy cortica para preocuparse por la neurosis de alguien que uno no se está comiendo.


[Escrito: jueves 17/03/2016]
*Nota: Me cuesta muchísimo, tanto, tanto lo tengo que decir; pero ya ha sido mucho más que suficiente, esta es mi verdad: estoy agotado de este esfuerzo, de tratar y tratar y de desgastarme y fracturarme. Yo no puedo cuidarles, nunca pude, sólo ellos pueden decidir qué hacer consigo mismos, con su deseo, su sufrimiento, su coherencia o su incoherencia, o lo que sea. Depende de ellos y no de mí, de ninguna manera ha dependido o depende de mí. 

Sólo me queda, más que dejarlos a su suerte, aceptar que siempre han estado a merced de su propia voluntad y nunca de la mía o de mi esfuerzo. Sólo me queda cuidarme a mí en este aspecto también. 

♪Let it go, let it go...♪♫ jajajajaja.

Soy despectivo, es una mera mofa... me refiero a alguien que no sea mi pareja (o algo así).

Inlazos narcisísticos

Pintura de Rafał Olbiński, no conozco el nombre. 
Es una lástima –a mi parecer– que de tanta frustración no devenga creación, sino narcisismo enclaustrado y nuevamente cerrado: Una boca que pretende besarse sólo a sí misma, ni siquiera por el goce del autista, sino por egolatría expandida que añora, maníaca, una pansexualidad sólo de hipotéticas homologías, de perpetua mismidad.

Inflados de aire y ávidos de babas hacen promesas más grandes que ellos, compromisos que no podrían mantener junto a su carne arcillada y, una vez llega la hora, se secan, se agrietan, se ajan, se fracturan y atacan cuando caen desde las alturas para romperse, por fin conformes a su real fragilidad. Inconformes con su naturaleza mundana entonces maldicen al cielo, al sol y a sus alas de cera y plumas, a su cuerpito de cristal, para fantasear que podrían haber volado de verdad; no es raro que lo vuelvan a intentar en sus afanes de autosuperación delirante, cerrando entonces sus ojos para jamás tener que vérselas con la divina otredad.

Así pasan los meses subiendo un poco y cayendo desde lo alto, lamiendo sus heridas que no parecen sanar y les recuerdan cada vez que fracasaron en esa empresa elevada y descabellada de hacer realidad un ideal, de darle carne a una idea vaciada a la fuerza de la más tierna humanidad. Pasan los años y continúan la lamiéndose, sin permitirse sanar; se hacen obreros sin callos en las manos, con dedos arrugados y frágiles por la autocompasión disfrazada de mimo y saliva, incapaces de levantar la pesada carga de la construcción de una vida que valga la pena ser vivida.

Me pregunto con alguna frecuencia “¿pero cómo harán para nunca aprender?” Me resulta tan difícil, tan improbable, tan insensato pensar que exista alguien así que francamente me cuesta imaginarlo como una realidad posible y sostenible, aun cuando les conozco a profundidad. El poder es algo tan lejano para mí que no veo cómo alguien podría encontrar en semejante imaginario su única causa para sonreír, como si sólo se pudieran deleitar en el goce mortífero de la limitación innecesaria e imposible de llevar a cabo.

Y aun así los veo romperse en llanto una vez al mes, motivados en que no pueden e insisten en verlo como un revés; pero jamás se les ocurre buscar alegría en lo que son ni ceder en lo que –maniacos–  aspiran a ser, nunca se les pasa por la mente ser pacientes y  ver qué florece en el desencuentro y la diferencia ni disfrutar de los retoños que creamos en relación, no. Siguen negando que pueda haber otra forma de concebir las multívocas artesanías que pueden ser la felicidad y el amar.

Hay gente que no está acostumbrada al cariño. Hay gente a la que le hace falta amor, y otros a los que les hace falta comer mierda y castración.

¿Cuántas lágrimas tendrán que contar para querer cuestionar su volitiva ceguera? ¿Cuántas caídas, cuántas fracturas más tendrán que lograr para darse cuenta de lo no opcional de la otredad? ¿Qué no sospechan que morirán, que quizá este tiempo sea digno de aprovechar? Tan frágiles que son, ojalá no se partieran con tanta fuerza con su propia crueldad. Pero estén lejos, muy lejos de mí, por favor, en cualquier caso; porque yo vivo para amar, de pronto para eso y para nada más.


[Escrito: 23/02/2016]