martes, 18 de febrero de 2014

La chica del mechón rubio

Hoy me impactó esa chica. Siempre me ha parecido linda, pero hoy es especial. Esa. La de cabello negro. Ese cabello liso y un mechón rubio que no le queda bien, pero que atrae su atención sobre su piel clara y sobre sus ojos finos y vacíos.

Esa pareciera ser su belleza: no sus tetas firmes que el escote de su blusa dejan ver, mucho menos ese pantalón blanco que muestra a larga distancia que literalmente no tiene de donde agarrar un culo, o su pelo largo, negro y liso mas desabrido que un lunes festivo; no tiene nada fuera de lo común, ni una mirada penetrante, ni seduce a distancia como Sara, su amiga. No.

Su belleza está en que parece un recipiente vacío, llena de nada y sin nada por llenar, una criatura puramente estúpida, con su voz de primera novia o de amiga con derechos dependiente. Su vacío es su belleza, pero la belleza definitivamente es vacía, por eso vale la pena.

Es hermosa. Es una hoja de papel en blanco, sin líneas pero con una margen insípida y negra, que ruega que le metan una idea y que le caguen la vida. Es una belleza que quisiera tocar lentamente, acariciarla hasta que se marchite con mis palabras, con mi mirada, y que no quede más que un cuerpo hermoso habitado por un dolor insufrible y una mirada penetrante de la verdad que nunca podrá decirse: que alguien te contagió el virus del pensamiento, que se cagaron en tu pelo negro y tu hoja vacía, que no queda en ti mas que un recuerdo delicioso y una cicatriz en tu alma.

Quiero que llores una vez más, pero no por estupideces como el lunes. Quiero que llores porque no queda nada más qué hacer con tu vida y, cuando termines de marchitarte, observar hasta que te mueras maldiciendo el nombre de tu amante, mordiendo tu vacío sin palabras y en tus ojos sólo habitará la esperanza de exhalar.

[Escrito: viernes 21/09/2012]

3 comentarios:

  1. "Una noche, senté la belleza en mis rodillas. – Y la encontré amarga. – Y la injurié."
    – Arthur Rimbaud

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    1. Juanda, creo que hay algo de amargo en el encuentro con la belleza (si, amargo es la palabra. Gracias por ella), algo que nos empuja a catalogarla como vana. Es como si intuyéramos que tocarla implica arriesgarse a una decepción y una desilusión tales, que nos desgarrasen profundamente... tanto así que preferimos desgarrarla a ella antes que arriesgarnos a quedar hechizados y destrozados. Si, provoca destruirla antes de que ella nos mate a nosotros.

      ¿O qué pensás?

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  2. Una opinión: La esencia de las mejores cosas en vida radica en el vacío; por ejemplo un vaso sin vació es una artilugio inútil y triste, una especie de vela que no prende. La magia inmensa del vació por el contrario es su enorme funcionalidad -aun para las cosas inútiles-; allí, donde no hay nada, hay una invitación implícita a poner algo, cualquier cosa, a ponerlo todo. Toda creación hermosa empieza en la nada.

    Y una cita: "Tú,
    que tímida y fatal
    te arreglas el dolor
    después de sollozar,
    sabrás como te amé,
    un día al despertar
    sin fe ni maquillaje...
    - Ya lista para el viaje
    que desciende hasta el color final - "-Homero Expósito en el tango "Maquillaje" que bien podría acompañar esta entrada. Un abrazo, Doctor.

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