Una de las nociones que me ha ocupado este año es la delimitación: he emprendido un esfuerzo por delimitar los conceptos que habitan en mí. Este proyecto ha sido la parte académica de Alguna letra desnuda y continuará siéndolo unos años más, sin contar las implicaciones más subjetivas y literarias de ello.
Una parte importante de esta delimitación se ha movilizado por mi propia actividad terapéutica como practicante y por mis experiencias en terapia/análisis, de modo que, con un empujoncito a mi favor de parte de Santiago (mi analista), logré también tener alguna claridad de mi parte sobre cómo concebir las disciplinas Psi.
Aunque estas ideas que expondré a continuación aun tienen mucho por pulir y son dicotómicas en alguna medida, me satisfacen como conceptualización y me he sentido muy feliz desde que logré organizarlo… después de todo, con esto aclaro por completo el gran embrollo en el que conviven las disciplinas que se ocupan del alma humana y también me brindo amables luces a mi propia actividad como practicante próximo a graduarse.
También anoto que esto es lo que yo pienso en este momento de mi vida, que está sujeto a cambios y reorganizaciones y que yo me encuentro más que abierto a las sugerencias que cualquier persona tenga al respecto;
Aclaro que de ningún modo pienso que sean formatos rígidos: cuando se hace práctica de alguna de estas disciplinas, siempre se echa mano de manera más o menos consciente de las otras. Mi intención con esta delimitación es delimitarlas teleológicamente en la teoría y construir una pequeña guía para la práctica, pero no actuar de ente coercitivo.
Además, todos los procesos psicológicos, psicoterapéuticos, psicoanalíticos y psiquiátricos exigen un acto creativo tanto del psicólogo, terapeuta, analista o psiquiatra, como del paciente. Dicho proceso creativo no puede ser delimitado por la teoría, sino que es un producto subjetivo que emerge en el mutuo proceso.
Psicología: Logos y ciencia
La psicología es la “ciencia”
que estudia el comportamiento humano. Esto incluye el estudio del
comportamiento, la cognición, el pensamiento, la emoción, la motivación, el apego y todos los procesos
psicológicos básicos y superiores.
Para este estudio, la psicología utiliza el
método científico, valiéndose de un proceso investigativo que comprende observación, exploración, medición, evaluación, comparación, diagnóstico,
pronóstico, análisis estadísticos y generalización.
Su objetivo es, a través del proceso
investigativo bajo la metodología científica, lograr determinar las leyes generales que rigen el
comportamiento humano, pudiendo entonces explicarlo a cabalidad humano y
pronosticar con exactitud las conductas esperadas para un sujeto en determinada
situación.
Psicoterapia:
Foco, “enfermedad”, “cura” y cuidado
Conceptualizo dos formas distintas de
psicoterapia de acuerdo a su aspecto teleológico aun cuando ambas operan por la
“cura por la palabra” y ambas se enfoquen en algún tema en específico de
acuerdo a la situación.
1.
Verdad y veredicción: Es una psicoterapia que pretende adaptar al sujeto a lo que este debería
ser, independientemente de lo que ello sea, y sin importar el nombre de la
“corriente” terapéutica.
En esta medida, conceptualiza los
comportamientos que no se adapten a la conducta esperada como índice de
“enfermedad mental” o como “enfermedad”
en sí mismos y ofrece la “curación” del sujeto como tal o de dichos
comportamientos mediante su desaparición, pues son dañinos, enfermos,
disruptivos, des-adaptativos, desorganizados, perversos, psicopáticos,
patológicos, etc.
Aquí se da un proceso de veredicción ya que el
terapeuta le dice al sujeto la verdad sobre sí, es decir, se le dice qué o cómo
debería ser y, posteriormente, se le dice cómo debería adaptarse a esto, cómo
debería cambiar o cuál debería ser su transformación. Siendo así, el terapeuta
es un vere-dictador, encontrándose ubicado en un nivel superior al paciente y
gestando una relación vertical, una estructura de poder y dominación.
Busca
adaptar al sujeto a:
- La sociedad: El sujeto se considera
un desadaptado que necesariamente debe ser readaptado a la sociedad, a una
empresa, a un colegio… es decir, al comportamiento normal y moral, a lo
considerado “bueno” en una situación específica por la cultura imperante.
- El comportamiento esperado: Al
pensar de manera evolutiva o desarrollista al sujeto, busca adaptarlo a lo que
se espera de su momento evolutivo o condición
específica, como en el caso de una rehabilitación cognitiva tras un
accidente.
- Sí mismo: También existen nociones
terapéuticas que hablan de un sí mismo al cual un sujeto debe adaptarse… claro,
cada noción terapéutica tiene su propio sí mismo como horizonte.
Así, estas formas de terapéuticas tienen algo
que ofrecer al sujeto-paciente: una verdad acerca de qué debería ser y una
metodología que lo adapte, siendo esta el proceso terapéutico propiamente. Constituye
entonces un movimiento pro-cultural en que se determina que la causa de todo
sufrimiento es la desadaptación, que la desadaptación es una enfermedad y la
cura es el proceso de adaptación, re-adaptación, psico-educación o reeducación.
Aquí, la cura por la palabra es unidireccional:
el terapeuta “cura” al decirle al paciente qué hacer con su vida.
2.
No verdad – Principio de “no contradicción”: Es una psicoterapia que pretende acompañar,
apoyar y ayudar al sujeto-paciente en el esclarecimiento
de quién es él o ella y qué quiere, sea cual sea su deseo.
Para ello, se vale del cuestionamiento de lo
aparentemente contradictorio en la formulación del deseo y en la postura que el
sujeto toma frente a este o frente al mundo, todo en aras de dar soporte a este
proceso de esclarecimiento, facilitándolo. Así, apunta a la gestión de una
posición ética inédita, una creación personal del paciente para sí mismo.
De este modo, no se ofrece una cura como tal ni
una verdad al paciente desde la cual pueda leerse, sino la posibilidad de
agenciar un proceso de re-posicionamiento subjetivo y de elaboraciones que le
permitan sufrir y disfrutar de la vida de modos que le sean más agradables, de
acuerdo a sus propios gustos.
Al ofrecer un espacio en el que el paciente
mismo pueda esclarecer quién es y qué desea, da pie para la elaboración de una
postura ética que le permita asumirse responsable de ello, pudiendo facilitar
el cuidado de sí y de los demás en la medida que así lo desee.
La función de la palabra se da como vehículo
comunicativo entre ambos sujetos que se ubican horizontalmente, ya que el
terapeuta no tiene ninguna verdad que ofrecer al paciente. Además, ya que no se
realiza una acción coercitiva o educativa frente a los deseos del paciente,
este espacio terapéutico conforma un movimiento para-cultural o
contra-cultural, dependiendo de la perspectiva en que se mire.
Psicoanálisis:
Escucha y efectos terapéuticos
El psicoanálisis es una “psicoterapia” muy
especializada. Siempre tiene como principal herramienta la escucha y conforma
procesos relativamente largos si se comparan ante otro tipo de psicoterapias.
Aun cuando existan tipos de psicoanálisis que
no son estrictamente terapéuticas, todos ellos tienen efectos terapéuticos que
se explican a través del “la cura por la palabra”, el mecanismo catártico que
Freud exploró y que conceptualizó complementariamente con el paso de lo
inconsciente a la conciencia y, posteriormente, con la idea de que allí donde
ello era, que devenga yo.
De acuerdo al enfoque y la orientación, puede
ser de varios tipos pero con dos objetivos distintos, dando pie de nuevo a una división
teleológica:
1.
Ofrece verdad: Hace un movimiento pro-cultura psicoanalítica
al ofrecerle al sujeto la verdad de cómo él o ella debería ser, o qué debería
hacer para considerarse un sujeto suficientemente “analizado”, adaptándosele a lo que este estatuto
requiera .
Se puede identificar fácilmente porque son
psicoanalistas con algo qué ofrecer más que su escucha, aunque sea el audaz
(quizá demasiado audaz) ofrecimiento de puntuar el discurso de un sujeto que
habla con miras a hacerle “atravesar” “el fantasma”; y sus efectos se pueden
identificar aun con mayor claridad en las divisiones políticas de la cocina
psicoanalítica.
Aquí, la condición de sujeto del analista queda
relegada a una impostación acartonada, haciendo de esta una relación vertical
fácilmente viciada por el exceso de poder que ya implica.
2.
No ofrece nada: En este caso, se hace un movimiento
para-cultural psicoanalítico y un movimiento anti-cultural frente a la cocina
política psicoanalítica.
El analista no busca el “atravesamiento del
fantasma”, del Edipo o algún otro constructo teórico por parte del
sujeto-analizante, sino que apunta al esclarecimiento
de la fantasía que el sujeto hace por sí mismo, sin mayor influencia o
dirección del analista. En este sentido, no tiene nada qué ofrecer más que una escucha atenta (atención flotante) y su
propia condición de sujeto para el encuentro analítico, condición que se pone
en juego de manera horizontal.
Aclaro que esto no significa que sea un analista
que calla, sino que respeta la subjetividad del analizante aun cuando pueda dar
su opinión con tranquilidad como sujeto que se pone en juego, sólo que no la
impone al analizante, ni puntúa sus palabras.
- Nota: A nivel teórico y exceptuando el psicoanálisis
freudiano que si ofrece una cura, se supone que ninguno de los psicoanálisis
lacanianos tiene algo qué ofrecer al sujeto-analizante… Se supone que lo único
que hace es acompañar el proceso “natural” del sujeto mismo de hablarse,
sujetarse y re-sujetarse, nada más. De ahí que no tenga nada más que ofrecer
que la escucha, alguna que otra pregunta y algún chiste.
Siendo así, la idea de puntuar el discurso del
sujeto es muy diciente pues ofrece noción de orden y verdad en el discurso,
develando una estructura de saber-poder en el que se adapta a un sujeto a lo que el psicoanálisis espera de este en
cuanto analizante, y es que “atraviese el fantasma”, ofreciendo también la
certeza de lo que el analizante debe hacer consigo, y lo que un sujeto
analizado debe ser, haciendo entonces las veces de represión. La aventurada
pregunta que tanto se hace en la política psicoanalítica de “¿vos fuiste
analizado por quién?” es consecuencia de esta situación.
En este sentido, sólo el acto de preguntar con sinceridad hace justicia a la condición de sujeto tanto del analista como del analizante, al igual que la escucha.
Psiquiatría:
Tratamiento médico y farmacología
La psiquiatría es una rama de la medicina
dedicada al estudio y tratamiento de
los trastornos mentales. Este tratamiento se da de modo farmacológico y tiene como objetivo evaluar, diagnosticar y
rehabilitar a las personas con trastornos mentales, además de mitigar sus
efectos y prevenir su aparición.
Busca que las personas con trastornos mentales
puedan adaptarse a la sociedad teniendo una vida “normal” de manera lo más autónomo posible, por medio del adecuado
apoyo farmacológico.
En sentido estricto, se trata de una
terapéutica con la farmacología como herramienta principal para enfrentarse a
la “enfermedad mental” y buscar la “salud mental”.
Cabe aclarar que aunque no exista una relación
teórica estricta con el psicoanálisis, históricamente se han llevado de la mano
debido a la relación médico-paciente. Aun así, eso escapa al enfoque científico
de la psiquiatría.
Además, según pienso, a medida que la
tecnología y los nuevos descubrimientos científicos lo permitan, la psiquiatría
será subsumida por otras áreas del saber médico, en especial por la neurología.
Este movimiento podía volver aun más parca la relación médico-paciente.
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Nota: Este es un texto completo, pero es una concepción que aun necesita ser pulida. Es mi primer esfuerzo por organizar las disciplinas Psi y de ningún modo pienso que esto baste para hacerlo... tan sólo es una concepción escueta, pero argumentable. Obviamente, aquí no me ocupo de su argumentación, sólo de su organización teleológica.
[El esquema en el que este texto se basa fue realizado el jueves 02/10/2014 y organizado el jueves 09/10/2014. Aun así, el texto como tal fue a penas redactado el domingo 26 y lunes 27/10/2014]