martes, 18 de febrero de 2014

A una sirena de pelo rojo

Dime, sirena, ¿por qué estás aquí? ¿Por qué tu recuerdo abruma mi memoria y perturba mi alma? Mi pulso enloquece mientras me miras, no sé si inocente o descarada, y sospecho que ni cuenta te das.

Sirena, llámame Ulises por favor, que tus hermosos ojos y tu dulce voz hace rato me hicieron encallar, aunque este cuerpo estuviese atado al mástil por mi propia voluntad para prever a mi alma de naufragar en tu mirar.

Gozo prisionero de tu sonrisa, ahogado en tu pasión, al borde de mi cuerpo… dicen que no hay atadura para el corazón.

Bella sirena maldita que vi un día y que ya en mis sueños sonería, como un súcubo que me enternecía. Me quedo silente mirando tu rostro a lo lejos… y siento un vacío en mi pecho  a la par de mi mirar perplejo, pues no son para mí tus ojos ni es para mí tu cantar o tu pasión, sirena de pelo rojo que canta a cualquiera en altamar, ni es para ti la mía en este trasegar. Quizá no entiendas tu belleza o tu eterna soledad, o ese grito de amor que vociferas sin poderte saciar.

Sirena admirada, nadie podrá amarte sin perderse en tu mirada, sin que su alma le sea arrebatada por aquel embrujo del que –sin saber–  has sido dotada, esa soledad a la que fue destinada esta bella sirena en el fondo de la noche alborada, en la que todos pasan y mueren, o pasan con su vela al cuerpo atada. ¿Cuál de los dos estará más muerto? Yo tengo mi tinta de coartada.

Quizá –como otros y otras– tampoco tú sepas lo que es un noviazgo, o incluso una amistad, porque tus ojos sólo verán a lo lejos a esos hombres atados por su sanidad, y tu boca sólo sabrá a los muertos que dejó tu inconsciente castidad.

¿Cuántos hay perdidos en esos pozos de tu piel? ¿Cuántos más, como yo, naufragaron hace ya tiempo y ni cuenta se dieron? Esos son los que aun sueñan con tus ojos y tu rostro sonrosado a lo lejos, pero con suerte conservan su vida, su brújula y algún catalejo fracturado.

Me despido de ti, dejo este pedazo de mi alma como constancia de mi naufragio, como tributo a tus ojos y a los muertos, pero también como evidencia de que continúo con vida, de que el resto de mi alma viene conmigo, porque a Ítaca se vuelve herido y cambiado, pero se vuelve sabiendo qué es lo verdaderamente amado. Ítaca de pelo castaño que extraño y rozo con mis dedos, mujer de mirada tierna y atenta que tanto miedo y serenidad en mi alma  despierta.

Ítaca hermosa… ¿dónde más podría dormir si no fuera con tu presencia ñañosa? 

-------------------oOo-------------------
*Referencias a:
          -"La Odisea" de Homero 
          -"Ítaca", también conocido como "Viaje a Ítaca" de Konstantino Petrou Cavafis (1863 - 1933)
            http://www.pixelteca.com/rapsodas/kavafis/itaca.html

[Escrito: martes 03/12/2013]

No hay comentarios.:

Publicar un comentario