sábado, 19 de septiembre de 2015

"Primum vivere deinde philosophari" ó ¿Y entonces, qué es la filosofía?

Retorno a músicas pasadas, melodías que me recuerdan mi propia forma de vida, a pie, en movimiento, nomádico, caminante. Vuelvo a Elvenking.

El día fue frío, la noche está helada. Yo estoy tan claro como puedo estar, soy amor por la vida, encarno el gusto (lapsus escrito: "engano") por el movimiento, soy feliz a esta temperatura, estoy apasionado con caminar sin más rumbo que la vida misma una vez más.

Vuelven los wälzer y gira mi alma, danzan mis manos y mis pies, armoniosos con este frenés que salta de alegría a través de mis ojos, no dejo de sonreír. No es mayor el relato que tengo que hacer llegado a este punto. Dormí buena parte de la tarde inundado en una tranquilidad que parecía no tener fin. Volví a tener a mi alcance a mi almohada azul clara, esa que es perfecta para abrazar y sostener mi mano mientras descanso. Algo soñé, pero fui tan feliz que no lo recuerdo.

La cita matutina con Santiago fue bien interesante. Le conté lo que escribí ayer por la noche… u hoy en la madrugada para ser más precisos. Fue una buena sesión, creo que por fin voy entendiendo que la vida se vive y ya.

Sigo escribiendo despacio y con cuidado, con calma, y mi letra es muestra de eso. Hoy no salgo a matar, como dice Leiva (Por mi tripa), ni busco amores trasnochados. No añoro un ave de paso ni un beso con sal. Hoy, quizá por primera vez en mi vida, de verdad voy a salir a comer y pasar un buen rato y ya, sin más. ¿Quién lo diría? Después de aquel infierno redescubrí la vida en general, me reencuentro con mi música, con mis manos y esto, y todo esto que soy yo danza sin detenerse una vez más.

Vuelven las cuerdas frotadas, la delicadeza en los dedos que se mueven, que componen lentamente, que crean una interpretación con suavidad, sin desesperar, sin afán de terminar. Vuelven las letras azules claras a mi vida.
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Y entonces, si la vida no es teórica y la teoría no es vida, ¿qué es la filosofía?

Hoy me desperté una vez más con la añoranza de una pareja, pero no es tan angustiante como antes, algo ha cambiado desde hace días. Me calma saber que nada nunca “funcionará” bajo ninguna circunstancia, pues ese desencuentro será la única forma de contacto entre dos seres diferentes, será nuestra única forma de encuentro y ahí estaremos, con frío, mojados, bajo esta lluvia inclemente, humanos, indefensos, helados… pero caminando juntos. Ha sido más que suficiente de añorar lo imposible, ceniciento.

En este sentido, que se trata en últimas del único sentido y la única forma posibles en general, no estoy sólo. Todo lo contrario, cada día me topo con gente que me quiere muchísimo, que me abraza, que me mira a los ojos y desean mi compañía, gente con la que puedo andar hacia el futuro, gente con la que puedo vivir el presente con tranquilidad. Ayer Mauricio Montoya me recogió sin necesidad alguna, me comí un helado y conviví con Manuela y con qué alegría, también hablé con Vieco maravillosamente, me presentó a Borges y mi padre, cariñoso como pocas veces, me recogió y habló sin limitantes. Santiago se rió mucho por la mañana, nunca lo había visto reírse a carcajadas como ayer, ni hablar tan cariñosamente, aun con la pena que me dio hablar de intimidades que ni siquiera aquí sería capaz de escribir.

Hoy veré de nuevo a Vieco, Baena cumplió años, así que por ahí estará el resto… no son mi grupo, pero creo que puedo confiar en ellos. La semana pasada estaban Nacho y Manjarré, la alegría me invadió al verlos y su cariño me sigue extrañando, pero me sigue alegrando; me sorprende que la gente me quiera tanto. También estaban Natalia enamorada y esa deseada Valentina que no da un peso por mí, Cuervo tan amable como siempre, es una grata compañía. La verdad es que si tengo amigos, buenos amigos, y con ellos vale la pena andar. De ahí para adelante no hay mucho dilema, en la vida aparece lo que aparece –cosa que ya poco me preocupa–, pero mi énfasis está en disfrutar de estos momentos fortuitos, como el ratito que fui tan feliz con Manuela y que bastó para alegrarme, para que el viaje en hora pico valiera la pena para mí, y creo que también para ella.

Vivir, Existir. Exsistentia. Sigo sin fundamento, no estoy pegado al suelo, sigo siendo un nómada, sigo con movimiento.

Existencia: (lat.) Exsistentia: Cualidad del ente (del ser que está) o agente de estar por fuera de lo fijo, es decir, de no estar fijado.
·         Ex-: hacia afuera, por fuera de.
·         Sistere: Tomar posición, estar fijo o fijado en un sitio.
·         -nt (sufijo): ente-agente
·         -ia (sufijo): cualidad

El existente es entonces aquel cuya cualidad principal, incluso más allá de la presencia misma, es su falta de fijación. Es un nomadico-ser: es en la medida en que no está fijo y se mueve, se mueve en la medida en que es. Me apego al juego de palabras en Nomadicoser: se trata de el ir hilvanando en el movimiento de la existencia.

En este sentido, ¿qué es la filosofía para mí? He sido muy claro: La teoría habla de la teoría, no de la vida… Nada habla de la vida, sólo puede vivirse y ya, eso es la existencia.

La filosofía entonces, es decir, la producción de una filosofía no puede ser otra cosa que el proceso de creación de construcciones teóricas que dicen algo acerca de las condiciones y modos de existencia de algo, de una cosa o las cosas, de un ente (de algo que en alguna medida está), valiéndose de múltiples recursos para ello.

Esta construcción teórica y su proceso son un acto creativo en sí mismos, particulares, diferentes a otros y únicos en este sentido, irrepetibles. Toda filosofía refiere a algo por medio de nociones y conceptos que toma prestados, modifica o crea, estableciendo teóricamente y delimitando las condiciones particulares de existencia y de relación.

Así, la filosofía se trata de este proceso creativo, de la construcción de conceptos en relación con la teoría misma (categorías), con las fantasías y con las cosas del mundo en general, a saber (y digámoslo así, burdamente), en relación con aquello que está.

Con esto me basta para separar brutalmente la vida de la teoría y la teoría de la vida. Tal cosa como algo que sirva de guía o manual en la vida no existe ni existirá jamás. No existe tampoco esa “buena vida” o un “buen vivir”, una eubiosia (ευβιωσια) posible, no hay una buena forma de vivir la vida en general… todo esto, esto que vivimos todos los humanos, no son más que humanidades. En este sentido, tampoco existe una eutanasia (ευθανασια), un supuesto "bien morir", hay muerte y hay asesinatos, pero no por eso son inoportunos o injustificados. En la vida y la existencia todo está al mismo nivel, rizomáticamente; sólo en la teoría hay jerarquías y sólo donde hay jerarquías hay neurosis.

La respuesta a la pregunta por la filosofía ahora se hace muy sencilla: La filosofía es una conversación acerca de la vida. No sería posible contemplar una definición de filosofía que no incluyera el hablar mierda con los amigos a la luz del vino y la cerveza. La teoría es adjetiva ya que su operación es cualificar las cosas, y hacerla sustantiva conllevaría a confundirla con la vida misma.

Siendo así, la única conclusión posible en cuanto al lugar de la filosofía en mi vida, y me atrevo a decir que ante la vida en general, está ya dada en un refrán latino: “Primum vivere deinde philosophari”, es decir “primero vivir, después filosofar”. A la larga, de nada sirve conocer las distintas teorías de la economía y la propiedad, o incluso tener nociones psicológicas, durante un atraco. Si te ponés a filosofar e intentás entablar un diálogo racional con el sujeto, fácilmente te matan en el acto; creo que lo más conveniente es darle lo que pide o echar a correr, y para ninguna de las dos te sirve la teoría. Podrá uno filosofar y teorizar después al respecto de cómo salió vivo de ahí corriendo como ni siquiera se imaginaba que podía correr, o acerca de las condiciones socio-políticas y económicas que impulsan que se den ese tipo de prácticas, etc.

La teoría, todo lo que sé, todo lo que he estudiado desde la filosofía, la psicología, la historia, la antropología, sociología, política, biología, física, química, etc. me ha servido sólo para dar sentido y resignificar mi pasado, aquello que ya he vivido, y no para vivir el presente ni para pre-pararme oportunamente para el futuro. Toda mi teoría sólo me ha servido para entender y pensar el pasado, y también para darme cuenta de que el presente y el futuro no se pueden teorizar ni predecir. Para vivir el presente sólo me ha servido mi existencia, mi actitud, mi disposición, mi nomadismo. Para vivir el presente sólo sirve estar ahí y vivirlonada más que existir sin más.




[Escrito: 
-Primera parte: viernes 18/09/2015
-Segunda parte: sábado 19/09/2015]

*Nota: Con esto, creo que por fin terminé todo lo que tenía por hacer.
*Nota 2: Algunas personas me han preguntado por cómo están las cosas escritas en mis cuadernos... este texto es el ejemplo perfecto porque no tiene omisiones de ningún tipo, está completo. Los temas están mezclados, brinco de un lado a otro, hablo de lo que necesito hablar sin reparo alguno, hasta los colores están recreados. Esta es mi escritura, esto es una letra desnuda.

Nota: Me parecés bonita, pero...

Si, me parecés bonita, pero el tamaño de tus ojos me resulta inconveniente. Yo quiero tener hijos, no chihuahuas.

[Escrito: viernes 18/09/2015]

Decantar un deseo y sobrevivir

Deseo cansón, intenso, recidivante, agotador. Me encuentro ante la pena y el impulso de desear una vez más, pero necesito frenar.

Deseo que arde y no deja dormir, deseo que consume mi carne en deseo de otro cuerpo, de otra voz, de otro tacto, de su sabor que sólo puedo fantasear, que nunca he podido probar y jamás probaré.

No puedo evitar que mi deseo emerja cuando la veo venir, cuando la veo irse, cuando me mira a los ojos, inocente porque no tiene idea de lo que ocurre en mí. Pregunta, por esos azares de la vida, cualquier tontería que aprovecho para espabilar y poder escapar del ensalmo de sus ojos, de esa mirada extraña, de sus palabras que por primera vez me resultaron interesantes y no sólo amargamente venenosas.

La ventaja es que hay deseos que nunca se podrán llevar a cabo y no corro el riesgo de lo contrario en este caso, así que puedo disfrutar de esta calidez nocturna que me quedó de semejante compañía, y de la fantasía de la mágica frase “ven a mi casa y pasa la noche conmigo, no te arrepentirás”.

Eso es mi deseo, deseé convivir con vos. No te engañaré: deseo comerte a besos hasta que no quede de ti más que un amasijo de sudor y nervios, carne despojada de toda voluntad, inundada en la falta de palabras de tu cara extasiada.

Este deseo me jode tanto como me hace feliz, como un secreto bien guardado que nunca te diré. Te comería a besos sólo para después escucharte hablar… porque, ¡maldita sea! Ayer, en el breve rato que nos encontramos, me dejaste con ganas de escucharte hablar, de compartir opiniones, de discutir acerca de estupideces, de delimitar delirios con conceptos y dejarlos seguir. Ayer me dejaste con ganas de hacerte mía y no siento frustración por esta imposibilidad; yo sé de antemano que no soy para ti, ni tú para mí.

Y sin embargo, serías vos uno de los errores más ricos que podría cometer en mi vida, incluso una de las parejas más angustiantes y desgastantes que me pueda imaginar, pero el deseo es deseo y no racionalidad.

¡Que te consuma el tiempo! Que te devoren las fieras carroñeras de mi memoría, que desaparezcas de mis recuerdos con la misma velocidad con que apareciste en mi fantasía, con el mismo ímpetu con el que vuelves una y otra vez. Que te agoten estas letras y se acabe esta algarabía. No todo deseo es realizable y vos sos muestra de eso, por eso te escribo desde el silencio, te dejo seguir tu camino como al agua de un nacimiento. No te retendré con mis manos o mis letras, ni siquiera te diré que me embelesas. Esta no es época de conquistas ni de relatos épicos, soy una voz que susurra con suavidad en el silencio.

Te comería a besos, te escucharía toda la noche, conversaría hasta que se agoten la tinta, las palabras y la paciencia, hasta que nos agotemos de conversar y finalmente, antes de que nazca el día, te comería una vez más.

Pero he resuelto atarme al mástil otra vez, te veré cuando te vea pero jamás me lanzaré a tu espera. Moriría, lo digo con tanta seguridad como puedo… pero ¡ah! ¿Cómo no deleitarme con tus palabras, cómo no desear tomarte entre mis manos, cómo no encantarme con tu presencia, tu coquetería, tu cuerpo, tu rostro y tu desinterés?

Mi cordura me protege, mis letras me decantan. Desear es una cosa y ceder al padecimiento es otra. Esta barca seguirá su curso y tú seguirás allí, para seducir a los viajeros perdidos en altamar.

Te escribiré cuando llegue a puerto. Lanzaré una botella de vidrio encorchada al mar y, con suerte, las mismas corrientes que me acercaron a ti la guiarán a tus manos, a tu pelo y a tus ojos. Una nota habitará por dentro y dirá: “Jamás te hubieras arrepentido... Sin embargo, sobreviví sin besarte. Ha sido un gusto encantarme contigo y sobrevivir. Hasta siempre.

Y una vez más, como siempre, como ayer, te veré y no sabrás que la tinta correrá sin compasión, que el deseo se agitará como el mar picado, que mi mente se desbordará de emoción y yo callaré, fiel a este destino que me quedó tatuado, coherente con este deseo que en mi piel hace ya tiempo se marcó.


Esto es decantar un deseo y sobrevivir. Sólo me ha quedado vomitarlo, porque ni siquiera quiero estar con vos.



[Escrito: domingo 13/09/2015]

Verde

Comenzar.

El día amaneció frío pero de verano, sin una nube en el cielo, con el cielo azul del principado que visto, claro, clarísimo, tranquilo, hermoso. El guayacán florecido, el amarillo aun en sus brazos refleja la luz del sol y se ve brillante y vivo; es el brillo de la vida lo que refleja este día. El verde está intenso, el verde s las hojas de los árboles, el verde del pasto, el verde de mi alma que una vez más se digna a caminar los verdes parajes de la existencia, a fundirse con ellos y respirar hondo lleno de tranquilidad. El día, esta nueva época, amaneció color verde claro, azul cielo y amarillo guayacán. ¡Buenos días! Mi alma está pintada de vida, así que me atrevo a vivir. Bios.

Verde, hoy estoy verde como la vida. Mi nuevo diario es verde. ¡A caminar!


[Escrito: sábado 12/09/2015]

Silencio y compañía

El tiempo sigue, las heridas sanan y se dispone la piel –lenta, muy lentamente– a ser sensible una vez más. Este correr del tiempo no lo podría detener ni aunque quisiera; unos se quedan atrás o toman vías alternas, otros caminan a mi lado aun después de tanto que hemos vivido juntos. Algunos se acercan lentamente y veo desde ya que nuestros caminos se entrecruzarán mientras otros siguen lejos, como desanudados a mi vida, transitando una vía sin retorno a la mía.

Nos veo movernos a todos, trazar líneas, puntos, sombras, diseños entre los caminos de todos que se entrelazan, ilustraciones de lo disparatadas, complejas y hermosas que son las vidas humanas entre pliegues y movimientos, entre tacto, palabras y besos, entre miradas y fantasías, entre cuerpos que chocan y se acarician, que se repelen y se marcan entre sí, que se quedan y se marchan para no volver.

Hoy ha sido un día de silencio, suficiente silencio para ser testigo del correr del tiempo y ver cómo todo lentamente pasa de una forma a otra, siento algo nuevo, radicalmente nuevo para mí. He visto lo íntimo de las transformaciones, el interior de una mónada cambiando su textura y organización: si, eso bastó para dotar a esta existencia de un nuevo punto de vista, y eso bastó para dar a mi vida, a mi viernes en soledad, algún sentido. No sé cual, pero ya no se siente carente de sentido. Alguno distinto, novedoso, repetido y diferente debe tener. Pienso en una amalgama, hablo de música y gramática, en donde las mezclas y transformaciones nos dejan ver con claridad su origen, como etimología o melodía, como organización y sýntesis.

Mayo terminó, la vida siguió y aun sigue desde algún otro sentido, uno que desconozco pero me intriga y me apasiona. Me siento bien en silencio, me siento bien en soledad, habito este, mi territorio, con vitalidad y tranquilidad.

Saldré a caminar, no tengo destino, pero quiero dar un paseo. No espero nada más que una club negra, y ojalá un Office Depot abierto.

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He vuelto a mi casa. A penas son las 10:10pm, hoy dormiré tranquilo, largo y tendido.

(…) No cambio este silencio por nada. Si, sólo era cuestión de acogerme sin tanto reproche, de aceptarme en mi silencio y en mi soledad. Tendré que salir a caminar cada viernes a encontrarme conmigo, por cariño, por respeto y por salud mental.

En el silencio me encuentro viviendo con alguien, encontrados en íntima simbiosis: conmigo. En el silencio estoy en simbiosis conmigo, habitando-me, acompañandome.

Cerraré este cuaderno aunque sea escribiendo sobre la pasta.

Esta distancia me parece oportuna para pensar lo que busco en una relación, para pensar la simbiosis y dotar de un sentido más que envidioso, angustiante y desesperado al campo de las relaciones amorosas en mi vida.

Así mismo, esta cercanía me parece oportuna, incluso apremiante, para pensar el silencio y la soledad, para estar conmigo mismo en paz y tranquilidad. Ya no tengo que sentirme mal por no tener un plan para el viernes y no tener a una mujer para mí el fin de semana; asuntos adolescenciales que han sobrevivido hasta mis 23.

Hoy me siento feliz en el silencio de mi habitación, me siento lleno con la escritura y el silencio de la noche, con el frío que inunda el ambiente y el sueño que me va acogiendo con suavidad. No siento que me haga falta algo más, y lo escribo con extrañeza (si, lo confieso…) porque nunca antes me había sentido así. Hoy no me siento en falta del amor de mi vida; por el contrario, me siento conmigo, lleno de mí, acogido en mi cuerpo, cálido en mi compañía: una compañía en la que puedo confiar a ojo cerrado, pues tengo la certeza de que no me voy a abandonar, así como yo sé que yo estoy dispuesto a ceder en mis idealizaciones por amor.


Ese cariño y esa aceptación, esa certeza de que yo no me iré de mi lado es algo que sólo yo me puedo dar y es algo que ya no tengo que pedir a nadie más… yo estoy conmigo y esa es la compañía que hoy me satisface, la única que pudo y no busco nada más. Esta cercanía me parece oportuna para, por fin, estar conmigo y ponerle fin a esta soledad.

Es tarde. Ha pasado mucho tiempo, lo admito, He estado perdido de esta sensación de plenitud tan potente que me aborda, tierna y cálida. Está tarde, pero por fin puedo decir que estoy conviviendo conmigo sin el reproche de que no haya alguien más. En este instante, y lo digo sin reparo alguno, soy feliz.

Gracias.

Gracias por todo. Con esto me voy a dormir y mañana comienza otro cuaderno, otra época de la cual esto es prólogo. Por fin estoy conmigo y soy feliz.



[Escrito: viernes 11/09/2015]
Cierre de cuaderno.

Nota: Para algo más.

No amiga, no es que todos los hombres sean iguales y busquen mujeres sólo para comérselas, es que si usted tuviera algo más interesante para ofrecer que su cuerpo la buscarían para algo más.



[Escrito: sábado 12/09/2015]
*Hay cosas que hay que decir, pero también hay que ser prudentes. Es preferible decirlo por aquí que en Facebook jajaja.

Amar con las cicatrices

Rara vez uno ve en Lacan algún comentario genuinamente alentador. Tengo que admitir, sin embargo, que en muchos casos eso se debe en buena parte a las quimeras que abundan en nuestras fantasías y esos mandatos imposibles que aun imponemos al mundo y a nosotros mismos. Hoy les comparto algo hermoso que me encontré:


"Es decir, haz anillo de ese hueco, de ese vacío que está en el centro de tu ser. No hay prójimo salvo ese hueco mismo que está en ti, el vacío de ti mismo. (...) Dale lo que no tienes, ya que solo puede unirte a ella su goce."

Jacques Lacan - Seminario XVI (De un Otro al otro), pág. 24.


¿Quién pensaría que es justamente aquello que sentimos que nos falta lo que le da cabida a los otros en nuestro mundo? Es desde ahí que deseamos, es desde allí que convivimos y compartimos. Amar es dar lo que no se tiene, pero darlo con cariño. Se ama con las cicatrices, de ahí la importancia de estar en paz con el propio pasado y con lo que se es.



[Escrito: martes 25/08/2015]

Tras meditarlo ya un buen tiempo, por fin puedo concluir que yo si puedo amar, cosa que escribo con profunda felicidad. Aclaro: Esta conclusión no tiene que ver propiamente con la lectura de Lacan, pero no compartiré aquí (al menos hoy) ese tipo de intimidades.

Al ponerlo en práctica me he topado con una alegría que hasta ahora me ha resultado esquiva, aunque la he podido conocer en su amplitud en varias ocasiones pero con menor consciencia.  No denigraré de mi pasado, hermoso como ha sido. Veo una potente luz en mi presente, no me cambiaría por nadie.

Cristo y sus vestiduras:

Durante la edad media, la iglesia católica tuvo varias discusiones en su interior. Una de las más polémicas y que más reflejó las divisiones internas entre las distintas órdenes trataba acerca de si Cristo poseía o no sus vestiduras... ¿por qué esto es importante? Porque estas serían las únicas posesiones terrenales de Jesús de Nazareth como personaje histórico dado el caso. Estamos hablando de la época de las grandes abadías en el siglo XIV, que se ve ilustrado de un modo absolutamente preciso y hermoso en "El nombre de la rosa" de Umberto Eco (1980), que tiene una excelente adaptación al cine (1986).

Continuo: Si Cristo no tenía posesión la ropa que vestía, entonces la iglesia debería acatar un voto de extrema pobreza que sólo algunas órdenes acogieron (por ejemplo, los franciscanos); si las ropas no eran de él propiamente sino de su comunidad de 13 (él y los doce apóstoles), entonces los sacerdotes deberían acatar un aparente voto de pobreza, pero las comunidades podían recibir ingresos (de donaciones, indulgencias y demás) para mantenerlos, donaciones de las que muchos terminaron abusando; si la ropa efectivamente era de él, entonces -argumentaban algunos- no había necesidad de acatar un voto de pobreza sino todo lo contrario: contar con las riquezas que pudieran reflejar la gloria de Dios, para exaltarle y agradecerle por hacer del "hombre" (no del "ser humano" en general, ni de la mujer) el centro de su creación; etc. De este modo, cada orden lo interpretó a su manera, para argumentar a gusto de acuerdo a sus fines y gustos.

Lo irónico del caso es que durante los años de mayores acaloramientos en esta discusión, las órdenes y abadías de mayor influencia dedicaban la mayor parte de sus inversiones, no a evangelizar ni hacer misiones, sino a nutrir las huestes y el poder de la inquisición con el objetivo de "purificar" el paganismo y las formas heréticas que aun habitaban entre la gente por medio de tortura y purga, o a aumentar sus bienes y territorios particulares...

De retratos irónicos como este está plagada la historia de las religiones, en especial la de algunos de los cristianismos más ortodoxos que, armados con buenas intenciones, dogmas y sentido común, terminan por cometer grandes atrocidades e ignorar los sufrimientos de las personas. Uno no puede olvidar que Adolf Hitler fue un cristiano devoto, ortodoxo y practicante y que fue apoyado en algún momento por la iglesia de su país, como también lo fueron las cruzadas y las persecuciones a los paganos al principio de la Roma cristiana, el Imperio Bizantino.

Toda esta carreta para concluir: La mayor parte de las veces, las personas de un grupo se esfuerzan más en defender lo que consideran que los hace especiales ellos y sólo a ellos entre todas las personas del mundo como la capacidad de casarse, una bandera, una tradición, entre otros (así excluyendo e incluso erradicando a grupos de otros que piensan y hacen diferente), que llevando a cabo los objetivos e ideales con los que el grupo fue forjado en primer lugar. Termina uno viendo que algunos de estos sujetos se rasgan las vestiduras de manera harto dramática, tal como lo haría un niño cuando se opone con berrinches a tener que compartir su juguete nuevo con tu hermanito menor cuando sus padres se lo ordenan; para él es impensable pues, de algún modo, se siente superior a su hermanito aunque no hay algún argumento real para sostener su narcisismo.


Too Long, Didn't Read: A la larga, y en mi opinión, son peleas que ni siquiera están realmente motivadas en asuntos de principios, creencias y verdades, sino en puros narcisismos (individuales y grupales) y en los dogmatismos que estos narcisismos sostienen.


[Escrito: sábado 08/08/2015]

Copro-necrofilia

Últimamente, por esos azares de la vida, me he encontrado con algunas conocidas y amigas de otros tiempos. No todos los días uno tiene la gran posibilidad de traer a la vida los recuerdos, unos más bellos que otros, y hablar de tiempos pasados, épocas que al menos una vez al año vale la pena rememorar.

Sin embargo, a la par con la nostalgia y la alegría de recordar con alguien más, un terror me ha abordado al hablar con varias de ellas. Aquellas han sido ocasiones en parte desgraciadas, al menos para mí, por asuntos estéticos: ver en sus rostros esos pómulos salidos, los brazos delgados y carentes de fortaleza, sonrisas que parecen ser reproducciones fieles, idénticas unas de otras pero absolutamente distantes de las sonrisas de antaño… las cejas sacadas, los cachetes chupados, manierismos en los gestos que han perdido toda naturalidad, sus voces aisladas de toda calidez real. No podría hablar de la ropa sin hacer alusión directa, así que lo omitiré.

Y bueno, algo más… las arrugas. Esas dosis de rumba, alcohol, drogas, trasnocho, estudio pesado y energizantes pasan su cuota en unos más caros que en otros. Añejarse me parece hermoso siempre y cuando uno sepa cómo; sin embargo los rostros siempre muestran cómo ha sido el propio proceso. He visto rostros que han quedado con las marcas de la angustia constante, de la ansiedad o de la tristeza, incluso de la culpa o la rabia; han hecho presencia en la piel, en los gestos que quedaron congelados en el tiempo en un ojo mucho más abierto que otro, con una ceja exaltada y el seño fruncido. Y ya ni siquiera se dan cuenta de que siguen haciendo esa cara. ¡No saben el horror que me producen! ¡Ni se lo imaginan!

Bien podría explicar algunos asuntos por genética, por ejemplo un párpado caído o una calvicie incipiente a los 23, está bien. Pero no puedo explicar así, tan olímpicamente, los rastros que dejan en la piel las emociones fuertes y vividas constantemente. No hay tanto misterio en eso: si alguien tiene automáticamente cara de angustia, es bastante probable que su vida le resulte angustiante o estresante. Y eso sin contar lo de los pómulos, porque ya son varias que han optado por buscar un supuesto peso ideal y han terminado por hacer de ellas mismas poco más que un esqueleto… tendría uno que ser necrofíloco para acostarse con ellas; pero cada quién. A más de una le quedó un pliegue de piel sobrante en lo que algún día fue la delicada piel que se haya entre la boca y los cachetes. Tampoco sobran las patas de gallo antes de los 25, o las ojeras oficializadas como color de piel permanente.

Curiosamente son algunas de las mujeres que habitan en mi vida, en el caso de los hombres no parece reflejarse tanto. Imagino que tiene que ver con el modo en que he elegido a mis amigos y mis amigas, porque en los mundos de otras personas debe ser de otros modos.

Mi interés, más que criticar, es desahogarme de lo aterrorizante que esto me parece. ¡Muchas de ellas eran tan hermosas! Lo que han hecho consigo mismas es, cuando menos, un crimen contra la estética; pero especialmente, ha sido un crimen contra su propia humanidad. Me causa tristeza, lo juro.

Al preguntarles, cada una ha tenido sus motivos para trasnochar, para angustiarse, para beber, para consumir, y no falta quién sienta orgullo por eso, como es el caso de algunos pichones profesionales que miden su habilidad con las horas de estudio y trasnocho. Parecieran sentirse orgullosos por la velocidad con la que sus ojos pierden el brillo que algún día los caracterizó. La belleza (que es distinta al maquillaje, recuerden) es también un signo de salud, y es consecuencia de vivir felizmente.

Me encantaría decirles que buscaran cómo vivir felices con su vida ojalá por amor a ellas mismas, pero cuando menos por amor al arte. Tres de ellas insisten en buscar parejas que las saquen de quicio, dos han optado por la reincidencia, otras se arrojaron a la resignación a la soltería con la ansiedad que esta les produce y no digo más. ¡Mierda! Es que pareciera que no se dan cuenta de que se vuelven mierda. Y, de verdad, las nuevas flacas son un sacrilegio en sí mismas; sus estrías las delatarán, lo siento mucho por ellas que intentan compensar en amores lo que prefieren no comer para verse deseables para ni-ellas-saben-quién, para todos y ninguno, para lo insaciable de ellas mismas y alguna sociedad de consumo. Insisten en que es necesario mortificarse para que alguien las ame… bueno, ¡las amará el sepulturero! O el psiquiatra, imbéciles.

Admito que tengo rabia con ellas porque, a mi juicio y para mi gusto, han arruinado su belleza. Destrócense en paz, pero yo no las quiero ver acabar por completo con el brillo que ni ustedes sabían que tenían, no las quiero ver cambiarse para intentar ser como esos cuerpos de las portadas en las revistas, muchos de esos cuerpos carecen de pasión y las veo a ustedes más resistentes que apasionadas. Una de esas apáthicas me preguntó por qué no conseguía pareja y, aun queriendo decirlo, preferí contener mi respuesta. No me pareció prudente decirle en público que se buscara algún coprofílico, alguien que pudiera amarla por lo que por lo que ella era ahora, es decir, lo que había hecho de sí.

Las doy por perdidas. Si alguna se salva de la mortificación a la que se han sometido, me alegraré y lo llamaré milagro o transformación, pero no doy un peso por ninguna de ellas aun cuando me gustaría volver a verlas sonreír como hace tantos años, cuando aun recordaban cómo sentir con sinceridad, cuando aun las invadía la intensidad del apasionamiento y aun no se habían decidido tan claramente a ser tan infelices.

Las veo y confirmo que lo mío no es la copro-necrofilia.




[Escrito: martes 24/06/2015]

Thanatismos

En cuanto a la búsqueda de expresiones acertadas, es sensato anotar que el idioma impone límites palpables a lo que puede ser dicho de maneras sencillas; sin embargo, siempre nos queda la retórica y la poiética para exceder los bordes de lo decible, además de que contamos con la metonimia y la metáfora. ¿Cómo vivir sin crear palabras propias?

Thanatismo es este deseo profundo de cortar los lazos que me atan, de desujetarme. Hay que saber, es necesario saber para entender que es un movimiento que bordea la psicosis, el desprendimiento de todo simbólico, de cada categoría acuñada por los guardianes de las palabras, los vigilantes del hogar de los seres humanos, de la existencia.

Thanatismo es el deseo de callar para no volver a decir, para no volver a sufrir diciendo. Hablar duele, convivir agobia, entender desgasta, soportar marea, esperar agota, sentir despedaza, vivir se hace insoprotable y es por eso que es necesario reinventarlo como otro “vivir” nuevo, en infinitivo. Cada “vivir” es más que suficiente, es excesivo, es iracundo en el intento de sobrevivir y terrible en el sentir. Lo ominoso no es otra cosa que el deseo que inunda la vida humana, indisoluble, descarriado, amoral, implacable e insostenible. El deseo es la gran maldición de la humanidad, estamos condenados a desear a costa de nuestras vidas, a añorar al mismo tiempo la pasión, el encanto, el desborde, el sufrimiento, la felicidad, el dolor, el goce y la tranquilidad. Si es que existe alguna salida a semejante pesadez en la vida humana se encuentra en la muerte, puesto que el sentido se agota y la psicosis no ofrece una solución prudente o sostenible.

Caminamos con paso pesado hacia la muerte, se trata del peso de la existencia y el desborde de deseos y sentimientos que nos abordan perpetuamente, sin contar con las cargas ideales, morales, categóricas, éticas, fantasiosas y reales. ¿Qué tiene de malo desear ir más liviano a cada paso en la marcha athrópica? ¿Por qué no intentar enfrentar a la hermosa inexorable griega, a la Moira de dulces tijeras, con tranquilidad en el alma? Si la eutanasia puede ser un camino de vida en cuanto se trata de completar gustosamente la vida para bien-morir, ¿por qué no retomar a los egipcios en este punto? Morirse sin remordimientos, con un corazón que pesa menos que una pluma en la balanza de Anubis; vivir liviano y morir sin reproches.

Cortar estos vínculos, callar por la eternidad es una forma de vivir con ligereza en el espíritu. No se trata de una muerte en vida, sino de una vida un poco más tranquilizante, una forma de enfrentar la desventura de haber nacido y la pesadez de seguir existiendo a pesar de la vida misma, dada la existencia-en-el-mundo. Disculpen cualquier heterodoxia, es que ya me importa un culo ceñirme o no a la teoría porque estoy ceñido a la vida.

Intentar hablar bien, lejos de ofrecer el descanso subjetivo que la obsesión pretende, mortifica el intento de hablar y agobia el pensamiento. Más de uno terminará escuchando voces que le dictan palabras, sin que ninguna le sirva para decir lo indecible.

Me voy, necesito descansar para seguir viviendo. Necesito terminar, y reconozco que la otra certeza que tengo en vida me tranquiliza profundamente: Me alegra saber que eventualmente moriré, y descansaré de lo difícil que me resulta sostenerme, pensar, escribir, hablar, y en especial respirar.

Pero hoy necesito descansar; descansar para seguir viviendo.



[Escrito: domingo 14/06/2015]

Del Olvido

Del olvido sólo se puede hablar a pedazos.

No creo que haya alguien a quien, a estas alturas de la vida, le parezca sorpresiva o salida de tono mi vivencia fragmentaria de las cosas, de las emociones y el pensar, de la vida en general. Si es el caso, entonces le aviso: si, yo vivo así las cosas.

En cuanto al olvido, sólo se puede hablar a pedazos y por pedazos. Lentamente despedazado, desmembrado, abandonado. Sólo se puede hablar del olvido desde el olvido. Quizá es a lo que más pánico le tengo, a ser olvidado.

No olvidado por la historia, porque francamente no espero que me recuerden; no creo que entre todas las estupideces que he dicho y que diré haya algo que valga la pena rescatar para la posteridad, soy otro imbécil delirante de la post-modernidad, o como quiera que quieran llamar a esta época del internet.

Olvidado por los que amé en vida, olvidado por los que me conocieron, olvidado por los que me acompañaron en mi torpe caminar. Sería mi infierno… Hoy no me preocupa trascender, sólo me inquieta preguntarme si quedará alguna huella de mí, de mi vida y de mi transitar, en aquellos que transitaron conmigo algún momento de este inocuo movimiento.  No quiero ser olvidado. Si, aun cuando me dejen de lado, aun cuando pase el tiempo, incluso si intentan reemplazarme, listo, es aceptable; pero no quiero dejar de ser un recuerdo con nombre propio para alguien más.

Hoy soy el deseo de ser recordado por aquellos a quienes he amado.

Con alguna vergüenza, es menester mío aceptar lo que siento. No soy tan insensato como parezco, no podría demandar ser un recuerdo amable o grato, mucho menos uno fiel o preciso… sólo pido no volver a ser negado de la existencia, con eso me basta para vivir tranquilo y morirme en paz.

Menos mal que ya no hay forma de parir estrellas, de crear universos. No creo que me quede suficiente energía vital para eso ahora, ni creo que algún día la vuelva a tener; me agoto, letra a letra me agoto. Tampoco puedo soportar tantos golpes como antes, ni resisto el alcohol como en algún momento lo hice, ni respiro como soñé que podría respirar. ¿Acaso será muy tarde para declinar? Para podrirme… en silencio, en silencio.

No siempre hay música para estos avatares, ni hay mayor trasfondo para este acontecer penoso y pesado. Se agota lo que he venido siendo y siento su partida de mi cuerpo, por mis labios, por mis dedos, por mis manos se fuga lo inasible como un torrente de pasión desenfrenada, escapa tan rápido como me habitó. Me pudro, no miento. Necesito podrirme una vez más y quemar todo lo que delate algún rastro de vida pasada. Ni siquiera sé que es lo que estoy intentando erradicar… no, lo sospecho, pero no será posible para un viviente quedarse sin deseo.

El deseo de ser recordado por alguien me perturba. Supongo que ya no puedo vivir como si no tuviera nada por perder y por eso me erradico, porque preferiría no tener nada para poder caminar con ligereza una vez más. Pero la verdad es que no soy tan orgulloso, y me bastaría con ser recordado, con no ser negado, con no ser olvidado por quienes he amado sin contener un ápice de mi alma ante su mirada y sus palabras. ¿Sería mucho pedir alguna prueba de realidad?


[Escrito: lunes 25/05/2015]

Develación, revelación, desvelamiento

Hoy somos las letras pesadas las que tenemos la voz, escribiré sin piedad: Que ningún ídolo quede en su puesto –seré alguna suerte de nadaísta, sólo por hoy–, que se caiga lo que esté flojo, que se demuela lo que necesita ser renovado; a veces filosofar a martillazos no es un lujo, sino una necesidad.

Develar. Desvelar. El velo, el supuesto fantasma, la densa fantasía que se superpone a cualquier cosa, que naturaliza su función, lugar y sentido. ¡No! Las cosas son cosas y nada más. El velo es el campo de lo humano, el espacio de la fantasía, el tiempo del amor y el deseo. ¿Qué pasa cuando develamos una figura entremezclada con un velo que nos resulta hermoso? Se trata de la pregunta de la desilusión.

Es, cuando menos, una complicación, o quizá un contratiempo pero, especialmente, es algo aun mucho más grave: es una revelación.

Los Estebanes y las Estefanías suponen ser alguna suerte de revelación divina, cómo si lo único que fuera revelable fuera la bondad de Dios, o la buena nueva del evangelio mancillado con la fe de los miserables, dirigido a la salvación de un pueblo martírico y tiránico… pero se equivocan. Especialmente entre las Estefanías conozco más impertinencias y revelaciones demoníacas, plagadas de envidias, dogmas, determinismos y planes de dominación oscurantistas, que palabras auténticamente bondadosas, sensatas o justas. Y menos mal ella no me lee porque, siendo tan pasivo-agresiva, fijo me dice que me perdona.

Me refiero a revelaciones reales, o de lo Real. Una vez se devela el encuentro con el otro hay un encuentro con lo Real de cada uno, con lo imposible, con lo indecible, lo que es estrictamente inabordable, ominoso; se trata de una revelación daemoníaca, profundamente pasional. Nos enfrentamos a una revelación que nos enviste de un golpe, gritándonos que algo falta, algo, algo… aun sin saber qué, aun sabiendo qué, aun con la certeza de que se trata de un imposible, pero siempre hay algo que falta; algo que es distinto a lo que esperamos. Y quizá ese es el gran error: fanáticos de las quimeras, esperamos que bajo el velo no se encuentre otra cosa que el velo mismo, ¡pero no! ¡Hay otra persona ante nosotros! Grandes son la sorpresa, la desilusión, el miedo, la decepción, la angustia, la tristeza, la frustración, la ira, la envidia, la sospecha, la suspicacia, la paranoia, la victimización, el sufrimiento, etc. cuando vemos que bajo el velo está algún otro. ¡Mierda! ¿Y es que acaso esperamos encontrar nuestras respuestas allí? ¿Acaso soñábamos con que la verdad estaría tras el velo que nosotros mismos fabricamos y producimos en el mundo social?

Digamos que el error es, por lo menos, intencional. ¿Por qué? Porque intentamos desechar el velo cuando vemos que el objeto que cubría no nos satisface. Quizá no se nos ocurre pensar que estábamos enamorados del velo que producimos, que si existe alguna respuesta es el velo mismo, no lo que afanosamente intentamos ocultar tras él.

Semejante desfase es algo de lo que nutre lo disparatado de las relaciones. Develación, revelación, desvelamiento. Cabe incluso citar a algún Lacan gritando con suavidad “la relación sexual concluye con lo Real”.

Hoy no tengo una imagen alentadora que dar, los regalos son costosos cuando no parten de lo que uno es. El encuentro y el desencuentro, la producción del velo y el desvelamiento hacen parte del mismo proceso de entablar alguna suerte de contacto con lo otro, con los otros.

Lanzo una última sentencia: El gran problema que emerge con la revelación del otro no es ni siquiera el otro como tal, sino que no sea como uno lo veló, ¡he ahí la gran angustia! Nos quedamos deseando nunca haberlo retirado el velo. Lo angustiante es quedarnos con el velo en la mano, enamorados de un reflejo opaco de lo que nos falta, sin tener un lugar donde ponerlo para intentar solucionarlo. ¡Qué encarte! ¡Qué embarazosa la simple idea de verse condenado a cargar su falta, de asumirse responsable de su sufrimiento, de enfrentar sus propios temores con los recursos con los que se cuentan! Qué encarte cargar el velo como una falta, sin saber vestirlo como posibilidad.

Ante semejante panorama, lúgubre y aterrador, desprovisto de ilusiones, magias, encantos y estrellas, lo poco que nos otorga alguna forma de resistir al desencanto es la voluntad de convivir, de compartir, de continuar aun dadas estas condiciones. No miedo, no dependencia, no apego, no esperanza, no omnipotencia, sino una voluntad de creación a la que hoy no temo llamarle Agenciamiento. Esto no nos previene algún sufrimiento ni nos protege del desencanto en lo más mínimo, tan sólo nos brinda la alternativa de desvelarnos soñando en vez de añorando algún velamiento perdido, nos da la posibilidad de usar el velo como guía fantástica, de vestirlo como índice de algún ideal o como emblema de alguna identidad, y no como el gran lastre socio-cultural y personal en la vida subjetiva.

La Falta no se soluciona jamás, no hay todo ni forma de evitar el sufrimiento de vivir. La falta se viste emblemática como nombre propio, se usa como brújula al navegar y se mantiene como sentido al crear.





[Escrito: Sábado 30/05/2015, medianoche]