Comenzar un año sin agüeros, sin esperanzas ni condenas,
sin pequeños delirios que aspiren a controlar lo que mañana ocurrirá es
incierto, azaroso, liviano y enriquecedor. Tengo ganas de salir a la calle
alentado por una curiosidad serena acerca de qué me depararán estos tiempos a
penas nacientes. Día 2.
¡Humanidades! Llevo tiempo diciéndolo. No creo que haya
algo distinto a las humanidades dulces y amargas de las que hace ya un tiempo,
perdidamente, me enamoré. Eso me trae una sonrisa al rostro y una sensación de
delicadeza y ternura en mi escribir.
¿En qué creen los que no creen? Que le pregunten al ya
fallecido Eco. Por mi parte, creo en lo humano, creo en la tierra (humus) que nos compone como impulso a
amar y a retornar a ella por igual.
Este año quiero cultivar. Ya hice mi purga emocional, así
que quiero construir y abrirme a otras personas, a otros paisajes, a otros
labios, a otras voces y otros tactos. Soy paciente y deambulante.
No tengo nada que estrenar más que mis labios rotos por
el frío en el nevado y mi actitud. No tengo más que mi falta que me impulsa a
moverme en alguna dirección.
¡Que se muestren los que tengan que hacerlo! Ahora estoy
para otro tipo de gente. No sólo es cortar. Es cortar, sembrar y seguir para
construir algo más.
[Escrito: lunes 02/01/2017]
No hay comentarios.:
Publicar un comentario