En cuanto a la búsqueda de
expresiones acertadas, es sensato anotar que el idioma impone límites palpables
a lo que puede ser dicho de maneras sencillas; sin embargo, siempre nos queda
la retórica y la poiética para exceder los bordes de lo decible, además de que
contamos con la metonimia y la metáfora. ¿Cómo vivir sin crear palabras
propias?
Thanatismo es este deseo
profundo de cortar los lazos que me atan, de desujetarme. Hay que saber, es
necesario saber para entender que es un movimiento que bordea la psicosis, el
desprendimiento de todo simbólico, de cada categoría acuñada por los guardianes
de las palabras, los vigilantes del hogar de los seres humanos, de la
existencia.
Thanatismo es el deseo de callar
para no volver a decir, para no volver a sufrir diciendo. Hablar duele,
convivir agobia, entender desgasta, soportar marea, esperar agota, sentir
despedaza, vivir se hace insoprotable y es por eso que es necesario
reinventarlo como otro “vivir” nuevo, en infinitivo. Cada “vivir” es más que
suficiente, es excesivo, es iracundo en el intento de sobrevivir y terrible en
el sentir. Lo ominoso no es otra cosa que el deseo que inunda la vida humana,
indisoluble, descarriado, amoral, implacable e insostenible. El deseo es la
gran maldición de la humanidad, estamos condenados a desear a costa de nuestras
vidas, a añorar al mismo tiempo la pasión, el encanto, el desborde, el
sufrimiento, la felicidad, el dolor, el goce y la tranquilidad. Si es que
existe alguna salida a semejante pesadez en la vida humana se encuentra en la
muerte, puesto que el sentido se agota y la psicosis no ofrece una solución
prudente o sostenible.
Caminamos con paso pesado hacia
la muerte, se trata del peso de la existencia y el desborde de deseos y
sentimientos que nos abordan perpetuamente, sin contar con las cargas ideales,
morales, categóricas, éticas, fantasiosas y reales. ¿Qué tiene de malo desear
ir más liviano a cada paso en la marcha athrópica? ¿Por qué no intentar
enfrentar a la hermosa inexorable griega, a la Moira de dulces tijeras, con
tranquilidad en el alma? Si la eutanasia puede ser un camino de vida en cuanto
se trata de completar gustosamente la vida para bien-morir, ¿por qué no retomar
a los egipcios en este punto? Morirse sin remordimientos, con un corazón que
pesa menos que una pluma en la balanza de Anubis; vivir liviano y morir sin
reproches.
Cortar estos vínculos, callar
por la eternidad es una forma de vivir con ligereza en el espíritu. No se trata
de una muerte en vida, sino de una vida un poco más tranquilizante, una forma
de enfrentar la desventura de haber nacido y la pesadez de seguir existiendo a
pesar de la vida misma, dada la existencia-en-el-mundo. Disculpen cualquier
heterodoxia, es que ya me importa un culo ceñirme o no a la teoría porque estoy
ceñido a la vida.
Intentar hablar bien, lejos de
ofrecer el descanso subjetivo que la obsesión pretende, mortifica el intento de
hablar y agobia el pensamiento. Más de uno terminará escuchando voces que le
dictan palabras, sin que ninguna le sirva para decir lo indecible.
Me voy, necesito descansar para
seguir viviendo. Necesito terminar, y reconozco que la otra certeza que tengo
en vida me tranquiliza profundamente: Me alegra saber que eventualmente moriré,
y descansaré de lo difícil que me resulta sostenerme, pensar, escribir, hablar,
y en especial respirar.
Pero hoy necesito descansar;
descansar para seguir viviendo.
[Escrito: domingo 14/06/2015]
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