sábado, 19 de septiembre de 2015

Del Olvido

Del olvido sólo se puede hablar a pedazos.

No creo que haya alguien a quien, a estas alturas de la vida, le parezca sorpresiva o salida de tono mi vivencia fragmentaria de las cosas, de las emociones y el pensar, de la vida en general. Si es el caso, entonces le aviso: si, yo vivo así las cosas.

En cuanto al olvido, sólo se puede hablar a pedazos y por pedazos. Lentamente despedazado, desmembrado, abandonado. Sólo se puede hablar del olvido desde el olvido. Quizá es a lo que más pánico le tengo, a ser olvidado.

No olvidado por la historia, porque francamente no espero que me recuerden; no creo que entre todas las estupideces que he dicho y que diré haya algo que valga la pena rescatar para la posteridad, soy otro imbécil delirante de la post-modernidad, o como quiera que quieran llamar a esta época del internet.

Olvidado por los que amé en vida, olvidado por los que me conocieron, olvidado por los que me acompañaron en mi torpe caminar. Sería mi infierno… Hoy no me preocupa trascender, sólo me inquieta preguntarme si quedará alguna huella de mí, de mi vida y de mi transitar, en aquellos que transitaron conmigo algún momento de este inocuo movimiento.  No quiero ser olvidado. Si, aun cuando me dejen de lado, aun cuando pase el tiempo, incluso si intentan reemplazarme, listo, es aceptable; pero no quiero dejar de ser un recuerdo con nombre propio para alguien más.

Hoy soy el deseo de ser recordado por aquellos a quienes he amado.

Con alguna vergüenza, es menester mío aceptar lo que siento. No soy tan insensato como parezco, no podría demandar ser un recuerdo amable o grato, mucho menos uno fiel o preciso… sólo pido no volver a ser negado de la existencia, con eso me basta para vivir tranquilo y morirme en paz.

Menos mal que ya no hay forma de parir estrellas, de crear universos. No creo que me quede suficiente energía vital para eso ahora, ni creo que algún día la vuelva a tener; me agoto, letra a letra me agoto. Tampoco puedo soportar tantos golpes como antes, ni resisto el alcohol como en algún momento lo hice, ni respiro como soñé que podría respirar. ¿Acaso será muy tarde para declinar? Para podrirme… en silencio, en silencio.

No siempre hay música para estos avatares, ni hay mayor trasfondo para este acontecer penoso y pesado. Se agota lo que he venido siendo y siento su partida de mi cuerpo, por mis labios, por mis dedos, por mis manos se fuga lo inasible como un torrente de pasión desenfrenada, escapa tan rápido como me habitó. Me pudro, no miento. Necesito podrirme una vez más y quemar todo lo que delate algún rastro de vida pasada. Ni siquiera sé que es lo que estoy intentando erradicar… no, lo sospecho, pero no será posible para un viviente quedarse sin deseo.

El deseo de ser recordado por alguien me perturba. Supongo que ya no puedo vivir como si no tuviera nada por perder y por eso me erradico, porque preferiría no tener nada para poder caminar con ligereza una vez más. Pero la verdad es que no soy tan orgulloso, y me bastaría con ser recordado, con no ser negado, con no ser olvidado por quienes he amado sin contener un ápice de mi alma ante su mirada y sus palabras. ¿Sería mucho pedir alguna prueba de realidad?


[Escrito: lunes 25/05/2015]

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